Un viaje que iba a ser de tres meses a Europa, y se convirtió en otra cosa. Relato de una cuarentena que duele. Lastimaduras anestesiadas, lamidas con palabras y pensamientos.
Mira. Esta foto con Tom se sacó por accidente. No la planeamos. Se escapó de la ruta. Encuentro en esto, una bella metáfora. Mañana, 19 de mayo, estaría despegando un avión con destino a Buenos Aires, para aterrizar mañana de un viaje europeo junto a mi hermano y luego de haber concretado una gira tan anhelada con CHRISTIANE.
Pero la gira dio un giro. Todo porque hubo una vez una ¿pandemia? y de golpe tuvimos que volvernos 65 días antes y, bueno, todo lo demás ya es sabido por todos los que anden leyendo esto.
Pero me quedo con lo que me dijo hoy mi vieja: “tu gira dio un giro”. Es cierto. Accidentalmente cambió el rumbo. Accidentalmente, como la foto que se eternizó arriba de estas líneaS.
Y quizás, había que meterse adentro para pegarse el viaje más intenso y profundo de todos los tiempos. Quizás el viaje a estar en un espació aislados con mi hermanos era el paseo más complejo y revelador al que podíamos embarcarnos.
Sea como sea, del viaje literal, hubiera aterrizado hoy; y en cuanto a este otro viaje, bueno… aún sigo en el aire. Percibiendo, sintiendo y auto-revelando(me) un montón de misterios de todos los colores, como las miles de millones de facetas que anidan en un pedazo de cuarzo en bruto.
Entre lo que toco y lo que construyo, siempre llega antes lo que construyo. Peligro. Percibo peligro en eso. Me desfaso todo el tiempo. Ni siquiera tengo control sobre cuán consciente soy de ese desfasaje. No importa. Sigo. Cual topadora. Sigo.
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¿Algo que me dé 'paz'? Hoy me llegó una carta de amor. Las cartas de amor, no creo que seas las que se dan los enamorados. No: son otras. Nea, hoy me escribió una carta de amor. La más bella que me escribieron nunca. Este pasado fin de semana, grabé las voces para su disco. Así, en la trinchera de mi cuarto de la infancia con unas almohadas y almohadones para acustizar la sala, y la cortina de esterilla y el black out cerrados, también para acustizar. Mi propio estudio casero en el cuarto que fue testigo de mi crecer. Las canciones pasaron una y otra vez por mis oídos - mi corazón - mi espíritu durante un mes, y de golpe, este fin de semana vomité todo ese alimento en forma de notas, melodías, armonías de coros. A todo lo eyecté, aquello que concebí a partir de esa escucha profunda. Lo vomité, y después cual bulímica, me invadió la culpa. Me dije: 'retrocedé, rebobiná, Belén. Esto que grabaste es todo una porquería.' Después pensé que mi cabeza me estaba haciendo una mala jugada y entonces la callé y le mandé a Nea todo el material, esperando que ella tuviera la respuesta; su paladar siempre me pareció uno de los más refinados que conocí.
Pasaron dos días y nada. Bah, solo un comentario de ella contándome que había descargado todo y que estaba editando y escuchando y que yo era una 'grosa'.
Obviamente mi cabeza tramposa ignoró el 'grosa' y se agarró del silencio que vino durante los próximos dos días.
En un momento no me aguanté más (entre pensamientos de pesadilla donde imaginaba que su silencio se debía a que estaba pensando cómo decirme que era todo una porquería y que mejor seguía con otra persona) y le escribí. Le pedí, le rogué pr señales de humo. En respuesta, me dedicó una carta de amor. La carta de amor más linda que me escribieron jamás.
¿Qué increíble, no? Yo imaginé el derrumbe, pero en realidad, en el silencio se estaba gestando una flor hermosa, en agradecimiento a la voz que eternicé en unos 50 wavs. Vivo en una doble realidad, constantemente. Y eso me hace sentir que peligro, constantemente.
Me rebalsa todo adentro. Catarata de sensaciones. Si estuviera sola lidiaría sola, pero como estoy acompañada, no puedo no compartirlo con Tom. Pobre, Tom. Pero es que se me derrama, Tom, me rebalsa de adentro y se me desparrama. Inunda la casa. Es pura sensación. Sensacionalismo. Lo bueno y lo malo, pero siempre presente, ahí, el abismo. Corredora de autos. Me hubiera gustado ser una. ¡Qué cerebro agotador que tengo! Agotador. Es esa canilla que no cierra bien y siempre pierde, y siempre larga... derrama. Siempre suena. El motor, la radio interna me habla y sigue hablándome y hablando.
Que salte el charco - Que no salte el charco. Que haga - Que calle. Que disfrute - Que ejercite - Que aguante - Que duerma - Que vague - Que sea - Que espere. Que medite - Que transite - Que pruebe - Que arda - Que viva - Que qué sé yo... ¡Cállate!
Se desnudan. Se rapan. Se enojan. Se animan. Se olvidan. Se duermen. Se cuestionan. Se engordan. Se hamacan. Se esconden. Se aprovechan. Se escurren. Se sienten. Se oscurecen. Se encienden. Se motivan. Se desinflan. Sucesos de la cuarentena.
La angustia viene de compararme. La otredad no puede ser mi referencia. Cada uno es cómo es y necesita lo que necesita. Reconozco claramente que mi angustia se despierta cuando miro hacia afuera. El afuera atroz, ese que confunde, que corre de foco, que tuerce del propio sendero, cuando él es el único al cual puedo someterme. No podemos mirar afuera cómo si allí anidara la brújula porque eso es imposible. ¡Es tan evidente cuando la calma arrulla gracias a esa comunión con mi adentro! La lucha constante es en pos de que los otros no distraigan. ¡Que se vayan a la mierda las opiniones ajenas! ¡Cada uno necesita lo que necesita! ¡¿Qué saben los otros de mi hambre, de mi búsqueda?! Enfóquense en lo suyo, déjenme en Paz. Y a mí misma, también me lo digo: Dejame en paz, Belén. El camino es largo, árduo, curvo y profundo. Y va a doler. Pero es de cada cual, muy personal, y nadie puede opinar y con ningún otro recorrido podemos compararnos. Dale. Repetite esto como mantra. Amén. Salud. Chin chin.
Se me ocurre que quienes tienen romances clandestinos por estos días -o noches-, andan complicados. Con qué excusa se escapan a ese remanso de sexo, pasión y placer, si ya no hay horas extras en la oficina, ni posibilidad de ir al "club" -está cerrado-, ni me voy al taller, ni tengo que ir a arreglar el auto, ni me voy un fin de semana "por trabajo" o "con amigos" a Chascomús, ni nada. No, no: ahora tienen que rebuscársela más sutilmente. Qué hermoso. La cuarentena los invita a la creatividad. Y también los invita a preguntarse, cuánto está dispuestos a exprimir ese cerebrito creativo para que aflore un modo de ver a esa persona clandestina. Y también pone en cuestionamiento la certeza de que ese encuentro era imprescindible en sus vidas.
El 'chamullo' y la histeria de los mensajes para "pescar" alguna presa para la noche o lo que fuera, también mermaron. El distanciamiento social nos regala que se caiga la careta.
Parece que todos andamos sobreviviendo a la pandemia, pero también, todos estamos renaciendo en mejores versiones de nosotros mismos...
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SÁLVESE QUIEN PUEDA. Un tema que me encanta, de Juana Molina.
Artesanos del sonido. Magos de la vibración. Levitan. Se fugan de estos suelos para imponernos con su son una 'otra' realidad, de forma irreprochable. Son mis hermanos sin serlo. Agitan mis problemas hasta tornarlos sin sentido de ser, de existir. Me arropan con su frecuencia hechicera. Bendita la música. Ya lo dije antes, y tantas veces, pero no me canso. Es que necesito decirlo de distintas formas. La música es esa mano que te acaricia cuando hace frío; la estela de su tacto va dejando la sensación de un hogar a leña que promete quedarse a tu lado, haciéndote compañía, por un buen rato, y también para siempre.
Sesenta y un días hace, que volví de ese viaje que iba a ser largo pero terminó siendo -relativamente- corto. Allá conocí a muchos de estos magos, la mayoría de sangre española y gitanos.
Hoy les hago este pequeño homenaje recordándolos, volviendo a pasarlos por mi corazón.
Chris es mi amigo. Lo conocí y le robé una foto mientras trabajaba. Después me lo reencontré y compartimos paseos en Granada. Hermoso ser humano.
Calvario y Libertad 8 son dos Mic Abiertos de Madrid, dónde podés subir y recitar poesía o hacer una canción.
Tomasso es un artista callejero italiano. Nos compartió a Tom y a mí su guitarra.
Esta es mi foto preferida del viaje.
A estos dos gitanos los reencontré seis años después en el mismo punto panorámico en Granada, cerca de las cuevas de Sacromonte.
Este es el gitano más importante que queda vivo. Y esto, dcho por unos cuántos. También luthier. Pero no hace pedidos; sólo hace guitarras para quienes él considera merecedores y las cobra lo que él quiere; no vale que le preguntes antes. Yo lo conocí. Y a mí me convidó uno de sus espárragos, el que ven chorreando en la foto.
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A modo de epílogo de hoy, les dejo este video de Natalia Lafourcade, de su canción nueva MI RELIGION, dedicada a Santa Cecilia, la música.
En el día 60, sólo voy a dejar uno de los testimonios más hermosos de los que fui testigo.
Hace unas horas, esta misma tarde (si es que el tiempo existe en alguna parte) en su casa de siempre en Belgrano, mi abuela Christiane practicaba sin saberlo, su monólogo perfecto. La científica que cede ante la insistencia de la nieta actriz quien traspoló la investigación oncológica de la primera a la investigación teatral de la segunda. Persona y personaje que habla, ambos tienen 100 años (si es que el tiempo existe en alguna parte). Milagro de la naturaleza.
Ella, sabia, dice:
-Entender
-Entender lo que sabía antes, podría ayudarte
-Desaparecí
-Desaparecer
-Entrar y salir
-Entrar y salir
-Sí y no
-...
-¡eso está bastante bien!
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Por último, mi abuela me contó que Jacques Monod (1910-1976), era un biólogo y bioquímico francés (compartió el Premio Nobel con André Lwoff y François Jacob en 1965) que indagaba el significado de la vida, su origen y su porvenir, y se cuenta que en su lecho de muerte, sus últimas palabras fueron: Je cherche à comprendre (Trato de entender).
El tipo me sigue motivando; me frota la punta del fósforo y activa la chispa, y después, la llamarada.
Lejos de ser un comienzo erótico, hago alusión al contagio que cierta gente tiene la habilidad de poder provocar. Ricardo lo tiene. Y es que él me cae mal en varios aspectos. Me hizo llorar mucho, pero muchas de esas lágrimas, como siempre, me condujeron al crecimiento inevitable. Se duele, se crece. Se duele, se crece. Escucharlo hablar, me devuelve al placer que yo sentía en sus clases de actuación, hace ya más de 10 años. Actuar es el manejo del flujo del tiempo a través del cuerpo de la actriz/actor y de cómo ella/él resuenan con la existencia imperdurable. Wow. Su verborragia. Su necesidad imparable de expulsar de su cerebro todas esas imágenes, todas esas conclusiones o manifiestos. Un decidor barroco que no para de sacar conceptos a través de su garganta, y por medio de la lengua, a través de los dientes, para que nos lleguen, todos escupidos, pero con esa película aceitosa y refinada que hace que se nos adhiera a nuestro propio cerebro (y también más inconscientemente, que se adhiera a nuestra carne) todo lo que emana y tiene para manifestar. Cínico, como el sólo. Conocer, como muy pocos del arte teatral, a mi entender. En un momento, él dice también, "todos nos estamos muriendo... un poco". Contemplé el relato cargado de información experimentada de un ser que empieza a apagarse.
Y yo, que soy adicta a crear y que en sus clases, frente a su maltrato volvía a repetir una y otra vez el ejercicio, sin descanso, sin darme respiro, aún con lágrimas y mucho sufrimiento y la sensación de que no sirvo para esta artesanía del actuar le hice frente a su arrogancia y falta de humanidad, para llegar a la otra orilla de su playa.... dónde yacen tesoros enormes, que no son mérito de él sino del teatro más antiguo que existió sobre la faz de la tierra.
Hay cosas que amarran y otras que desmoronan. Y en simultáneo también: me estoy amarrando y desmoronando todo el tiempo desde y hacia todas las cosas. Ni la muerte ni la vida son tan meritorios. Los logros y las muertes son parte de lo mismo. ¿Por qué celebramos los primeros y lloramos las segundas? Conozco poca gente que realmente no hace distinción entre su modo de reaccionar frente a unos y otras.
Digerir algunas situaciones puede llevarte más "masticadas" de las que te imaginás. Lo más valioso de esa acción de masticar es que te invita al silencio (no importa si sos más o menos educadx para comer)... pero mientras masticás está claro que tenés que hacer silencio. En la música, el silencio es el valor máximo. Silencio es también decir. Y hay silencios que dicen mucho.
Reencuentrarse de golpe con personas que tenías lejos es maravilloso. Es como reencontrarte con un libro que dejaste de leer hace tiempo. Sos otra cuando lo volvés agarrar. Con las personas y los vínculos pasa lo mismo, más allá de la posible conexión y complicidad que se mantengan intactos con el correr del camino.
Cada vez que le preguntábamos a mi papá algo durante el almuerzo o la cena, teníamos que chequear que no tuviera un bocado en la boca porque si llegaba a tenerlo, entonces había que esperar como un minuto entero a que tragara.... es que le encanta masticar bien.
50 veces, dicen, hay que masticar. Por lo general, desobedezco a esa ley. No me sale, mejor dicho. Quiero hablar mientras que mastico. Pero no de maleducada, no no. De ansiosa y de no darle importancia al suceso de desarmar algo para que atraviese mi garganta, y luego sea deglutido y luego sea llevado a los intestinos. En fin. Me cuesta digerir. Y ojo que me pasa con todo. Me dicen algo y, por lo general, antes de digerir, ya ando respondiendo. Así que hoy, aproveché el almuerzo silencioso para masticar. Empecé con el aparente pequeño desafío de un primer bocado. "50 veces", me repetí. Qué se hace con el pedazo de comida durante tanto tiempo en la boca? ¿De verdad tengo que andar abrazando y des-abrazando con los dientes al bocado tanto tiempo? ¿De verdad?
Lo probé. Me costó un montón. Seguí con el segundo bocado. Y el tercero. Aproveché cada acción de abrir y cerrar la mandíbula para pensar en lo que estaba digiriendo. Le sentí la primera resistencia a la carne. Después el asomar del jugo. Después el gusto a leña (sí era un asado). Después, ya sumergida en la rutina de saber lo que iría a sentir en la próxima masticada, me entregué a cierto acto inerte. Y prometí proseguir y no abandonar hasta llegar a la masticada número 50. Y ahí por fin... tragué. Aparecen trampas: por ejemplo, en la masticada 40 ya empezás a empecinarte con una zona del pedazo de comida, en vez de aprovechar girar el bocado e ir con los dientes a deshacer otra parte. Aparecen fugas: el pensamiento viaja hasta ya no sé dónde. Hay algo maravilloso del silencio que se produce mientras se mastica; haya o no haya alguien comiendo a tu lado.Es casi hermoso. En definitiva, con esto quiero decir que encontrar la belleza de masticar es algo formidable. 'Formidable', me gusta esa palabra. Ahora lo entiendo a mi papá. Y creo que esto de digerir debe ser aplicado a otros aspectos de mi vida. Voy a masticar más, antes de tragar. Antes de decir, también. Brindo por masticar más.
Brindo por estos pequeños detalles que me hace descubrir el encierro. Es como si la situación toda de esta cuarentena viniera con una lupa incluída con la que podés hacer zoom en la parte de la existencia que quieras...
Digna de la rutina de los últimos 56 días, estaba el otro día yo aislada, puertas adentro, en mi casa. Sentada en un sillón me dispuse a mirar hacia afuera, tratando de encontrar algo en la calle. De repente, descubrí que un jazmín se filtraba por el marco de la ventana. Pensé en lo fuerte de la imagen: yo, queriendo salir a la vida de allá, y el jazmín que, teniendo la posibilidad de estar afuera, quería entrar. ¿Será que acá también hay vida? Claro que la hay. La naturaleza acababa de darme una lección.
Así fue cómo nació el Haiku del Jazmín, que refleja algo de lo que, intuyo, puede equivaler al tránsito que nos toca afrontar a los humanos en este momento de cuarentena. Invité a mis amigas a regalarme dos escenas que estaban asociadas con esta doble acción de mirar por la venta con hambre de afuera, por un lado y, de hacer una actividad que las conectara con ellas mismas puertas adentro, por el otro.
Algunas de mis amigas me ayudaron a concretarlo, junto con mi mamá, bruja hermosa, y
Este es el resultado. espero que les guste. Miremos hacia adentro. Aprovechemos el momento impuesto para averiguar de qué estamos hechxs.
Se rebobina por sobre todo lo andado cuando te disponés a aprender algo nuevo. O algo viejo, pero desde un nuevo lugar. Así me gusta hacerlo a mí, al menos. Caro me está dando clases de lírico por estos días, y la realidad es que me siento chiquita de nuevo, como jugando, durante esa hora en la que me pongo el traje de (Bobby) "esponja" y absorbo. Jugar sin otra intención que...descubrir, como por accidente.
Nos falta jugar más, loco. Si me pregunto cuántas cosas en el día hago por placer y cuantas por obligación, lamento reconocer que mi respuesta es la segunda. Voy a mutar esto. Y voy a transformarlo rápido. Que eso de que los procesos llevan tiempo, vamos, también es una elegante excusa.
Esto me recuerda al final de la obra que hice sobre mi abuela Christiane, una científica, que jugó, en realidad la niña exploradora toda su vida. La primera versión de la obra terminaba con un texto que rezaba:
Me parece que ella ha sido como una niña jugando en la playa, y que se divertía al encontrar alguna piedra bien pulida o un caracol más extraño que los comunes, mientras el gran océano de la verdad se extendía delante de ella, totalmente desconocido.
Belén aprieta play en un grabador que reproduce la voz actual de Christiane:
CHRISTIANE: J ́ai l ́impression d ́avoir été comme un petit enfant jouant sur la plage en s ́amusant à rencontrer une pierre bien poulie ou une coquille plus jolie que l ́autre pendant que s ́étendait devant moi l ́ immense océan de la vérité à découvrir.
. . .
De regalo, una foto de Christiane de cuando sus primeros años de exploradora.
De izquierda a derecha: Francis, James, Christiane y Sergine.
En Marzo de 2019, me encontraba cursando una Beca Fulbright en Nueva York, pero me escapé por tres días y dos noches a hacer función de "CHRISTIANE" en un festival en la Ciudad de Panamá. Allá, tenía tres objetivos para concretar en esos tres días: 1) hacer la función; 2) ir a la playa y meterme al mar; 3) reencontrarme con Patricia Vlieg, una cantora panameña con una maestría increíble.
Cumplí con las tres misiones. Hoy voy a hablar de la tercera, en particular, porque me shockeó. Pasé 11 horas con Patricia. Desde un café al mediodía, siguiendoe por ir a su casa a compartir música, y terminando en una cena hermosa las tres, junto con Vilma, su brillante compañera de aventuras
Patricia mira sin necesidad de ojos. Es de esas personas que tienen una claridad de imagen que sólo, intuyo, se les confiere a aquellos que no tienen la vista contaminada con todo lo que 'no-vale-la-pena-ver".
Cuando llegamos a su casa nos sentamos en un sillón de un sólo cuerpo, las dos, y nos pusimos a hablar como si nos conociéramos de toda una vida, o mejor dicho de alguna otra vida. Después, en cinco mágicos minutos, programó el audio y el sonido de sus parlantes y voilà! Teníamos diseñado un set para hacer música con el piano y dos micrófonos. Les prometo que nunca escuché una mezcla de sonido tan buena como la que diseñó está mujer en cinco minutos y sin la ayuda de los molestos y aburridos ojos.
Hicimos música, pero más que eso: me fui de viaje, planeamos juntas por unas nubes de todos los colores, dejó de existir el adorno del tiempo, se hizo de noche y, como nunca habíamos prendido la luz, porque ella no lo necesita y entonces 'si ella no la necesita', entonces, yo tampoco', pensé. Quedamos a oscuras alumbradas únicamente por la música. Viví el espectáculo más increíble de toda mi vida. Sonó la magia. Nos reímos y nos escondimos en un planeta infinito, vasto, al que sólo acceden aquellos que se atreven a ver lo que no se ve.
Salí levitando de su casa, y de ese día/noche, y también de mi viaje a Panamá. Inicialmente, esos tres días de gira sola implicaban para mí un desafío porque era la primera función de "CHRISTIANE" que haría en otro país completamente sola, sin asistente. Pero después de ese día revelador... descubrí lo chiquito que me había quedado aquél desafío porque Patricia, con su artistría, me había revelado hasta dónde puede llegar el reto interno con una misma. Puro aprendizaje. Ella, una Maestra.
. . .
Les dejo, a modo de souvenir, un video de una improvisación que filmamos esa tarde/noche. Lamento confesarles que el video sólo refleja un 3% de lo que flasheamos durante esas horas que, hubiera rogado, fueran interminables.
Una vez vi una obra de teatro de una compañía que venía de oriente: era danza Butoh. Aparentemente no había cambio en la escena. Arrancaba con un gran espacio blanco y despojado. De golpe, tenías 50 calas gigantes y varios actores bailando una danza pausada. Era de ensueño la pieza. No sé en qué momento ese desierto blanco se pobló y no sé en qué momento volvió a tornarse un desierto. Pero te digo que pasaron las dos cosas; tengo prueba de eso. Solo que la mutación se dio con tanta elegancia...
No hay certeza de cómo.... pero de golpe, se produjo el cambio. Él anda más serio. Más acelerado. Escurridizo. Ido. Más flaco. Perdido. O demasiado encontrado, no sé. Creció la distancia. Mucha interferencia. Andan saturadas las capas de conexión. Quedamos re lejos. Arrancó ayer. Es increíble cómo, imperceptiblemente, las cosas mutan notoriamente. Se trata de una mutación que se da con tanto disimulo, que ni te percatás.
A raíz de lo que leí ayer y de una charla con Ana, me acordé de un texto que escribí a los 22 años, cuando todavía no existían el #niunamenos ni el #womenempowerment (bah, no existía en esos términos). El texto se llama Ladra la lengua de la loba y que quisiera volcar hoy acá.
Ladra la lengua de la loba
Había olor a ella y me hacía falta más
Se le caían las sonrisas, sin saber por qué
Gritaba de dolor
Se daba látigos de culpa
Toda una estatua de sentimientos frágiles
Me sangraban sus ojos, por las tripas
La escondería entre mi lengua, si dejara de temblar
Hoy leí en un ciclo de poesía y textos literarios de toda índole. Leí algo que escribí y después canté una canción mía. Estaba nerviosa antes de que empezara la sesión vía instagram. Extraño como actriz el estar en el escenario, me pongo nerviosa antes de esta transmisión por ¡instagram!, como si estuviera por hacer mi escena en un teatro. Le agradezco, de golpe a Instagram por permitirme esta emoción.
También les dejo lo que leí en el ciclo de poesía hoy, pero hecho canción; lo lanzamos juntos a mis amigxs Pablo Green y Rayanna Griffith hace un mes, aproximadamente. Dejo la letra en castellano y en inglés al final del fin del día de hoy.
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Dénle PLAY.
El arte de tapa de la canción es de mi querido amigo Julián Dorado.
Música/Music: Pablo Green Voz/Voice: Rayanna Grifith Letra/Lyrics: Belén Pasqualini
ACA VA LA LETRA:
Prenderse fuego
Y un día
entenderás
que nos alimentamos de detalles;
que no solo comemos para
sobrevivir.
Y un día
te encontrarás cantando para persistir
como el eco que resuena para trascender la chispa del instante,
mientras tus piernas te desfilan por un planeta que no se llama
Tierra
Morder, con paciencia
Ser, con vehemencia
Ser ese hilo
de luz
que se cuela sin prudencia
por el fuelle del bandoneón
que representa cada día.
Cuando quieras explotar, primero
prendete fuego
Cuando intentes explotar
vas a tener que -antes-
explorar
adentro tuyo
donde yace
el comienzo de la mecha.
Creés que afuera hay posesión
pero allí anida, solamente, Poseidón;
Pues lo que realmente posees…
Es tu interior
El interior de tu costado.
Dejar trotar al corazón
que trastabille hacia lo incierto
que nos miramos entre seres,
sin saber
cuánto de nuestro hay en lo
vuestro.
El futuro
es esa
escarapela
que te encajan en el acto del colegio.
Los días por adelante,
son esa especie de obligación,
de paradero indefenso.
Que me pregunten qué me gusta más que
explotar;
explorar diré: andar
quieta y en silencio
Porque en esa estática aterciopelada y cruda,
entiendo cómo avanza el sol,
descubro cómo se solapan los momentos.
Rebobiná en tu deseo;
no explotes.
Explorá, en cambio,
el alma de ese indefenso Ser que carga tu nombre.
No muevas tus pestañas,
que no se escape el ojo
del otro
que te está mirando,
que te está diciendo,
ladrando,
enseñándote sobre tus propios votos.
No te olvides de quedarte quieta
y en silencio:
así, amarrarás hallazgos.
Rebobinar en tu deseo; no explotar
Invernar en cambio,
Desinflar el verbo,
Resusitando, pero ya no
con la forma que adoptamos para actuar.
Que nada de eso es Real
que los hechos son estampas que dan prueba de la pérdida del tiempo
el tiempo... que no es más que el cuento de unos cuantos
neutrones y protones y electrones,
en unas cuantas hamacas.
Y al final del silencio,
cuando el incienso arda,
me encontrarás,
también allí,
callada, mirándote,
queriendo mostrarte
el cuadro pintado que ya no habla
porque no necesita,
porque no sabe,
porque no sabe a nada en medio de estas
rocas infernales
de hazaña y sinsentido.
Y un día
te desatás la camisa del cobarde
te vestís con más simpleza
Te volvés la enagua de la enagua que se mece al compás de lo que no necesita hacer,
para nombrarse.
Amar
es descrubrirse
en el ojo del que está enfrentándote.
Y de repente, ahí sí explotás;
y explotar se ata a lo
inevitable.
Que explotar, bien en el fondo,
es descubrir que no existe
nada
más allá de mirarse.
Exit Yourself
And one day
you'll understand
that we feed on details;
which is not just eating for survival.
And one day
you'll find yourself singing to persist;
like the echo that sounds to transcend the movement's spark,
while your legs parade you through a planet that's not called Earth.
Bite with patience,
be vehement,
be that thread of light that seeks prudenceless
through the bellows of that bandoneon that represents each day.
When wanting to explode
set yourself on fire, first.
When trying to explode
you'll have to explore, first,
inside yourself, where the beginning of the wick lays.
You think outside there's possession
but there only nests Poseidon;
well, what you really own is your inside
-the inside of your side-.
Let your heart jog,
let it stumble towards uncertainty.
We look at each other without knowing
how much of ours is in yours.
The future is that cockade
your teachers fit you during the school's ceremonies.
The days ahead are that kind of obligation,
of helpless whereabouts.
Ask me what I like more than
explosion; exploration, I will say:
walking still and silent.
Because in that velvet and raw static
I understand how sun moves on,
how movements overlap.
Rewind in your desires, don't explode;
explore instead the helpless souls that carry your name.
Don't move your eyelashes,
don't let your eye escape from the other
who watches you,
who is telling you,
barking at you,
teaching you about your own vows.
Don't forget to stay still
and in silence
and thus,
you'll tie findings.
Rewind in your desire, don't explode;
hibernate, deflate the verb, resurrect;
but do not, with the shape we adopt to act;
'cause none of that is real.
Facts are prints that give proof of the waste of time.
Time is nothing more than the story of some
neutrons and protons electrons,
in some few hammocks.
And at the end of the silent
where the incense is over
you'll find myself, also there,
silently staring at you,
wanting to show you,
the painted picture that no longer inhabit
because it doesn't need
because it doesn't know
because it doesn't know anything in the middle of these