"Spend the day with yourself. Let nothing distract you. A poem emerges, so young and so old, you can't know how long it has lived in you."
(Sophia Demello Breyner Andresen)
Rúa da Rosa. Lisboa. Portugal.
DÍA 0: TURBINA Viernes 13 de Marzo de 2020
En el aire. Cuando se te fruncen en el ceño las turbinas y despegar se impone como el verde trunco del tronco de un árbol; como el ojo grueso y sabio de la vaca del campo. Nada marca hacia dónde vamos, más que un incierto sendero delineado por signos de pregunta que se esfuman entre la niebla pantanosa. Niebla de este elenco de humanos, desganados que, inertes, avanzan por el insólito miedo a ... frenar. Somos zombies, zombies temiendo afrontar lo inevitable. Por temor a asumir lo que queremos, elegimos pasar la vida en vez de frenarnos a mirarla pasar. Me gustaría que nos atreviéramos a que la vida nos surque por el medio, por el entre-cejo-ceño. Nos arrebate. Pero no. Somos eso: zombies cargando un entrecejo inerte.
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Sigo en el aire. Recién terminé de ver el film "Judy". Tengo puesto el barbijo y los anteojos de sol, a propósito, porque sino me toco los ojos, ya que siempre cuando lloro me tiento a rascarlos. Me identifico con el dolor de esta persona. (La identificación: ¡que cosa más trillada aunque ancestral también, propia del teatro!). A Frances Ethel se la comió el personaje. Muchas veces - sino la mayoría del tiempo-, me siento igual de sola que ella e igual de adicta a contar y a cantar... con sed de público al cual "brindarme". Como si el único lugar donde sintiera estar realmente a salvo fuera el escenario. Hay algo del calor de esas luces, algo del silencio contenedor y alerta de esos oídos sentados en medio de la densa negrura, que me significa familia. Como si no pudiera encontrar la casa REAL en ningún otro lugar del planeta. Pero, ¿cómo se frena la llamarada esa, cuando te rebalsa adentro, cuando necesitás salir, porque si permanece un segundo más adentro, se pudre? No me sale otra cosa más que esto que se me rebela desde adentro y sencillamente ES. No sé ser de otra forma. No sé cómo se habita cualquier otro lugar. O quizás, se trate del único dolor que conozco; el único con el cuál sé cómo lidiar o al cual puedo tolerar. Dice Judy, sobre Somewhere over the rainbow: "This song is about walking towards somewhere that you've dreamed of. Maybe the walk is every day of your life. And maybe THAT walking has to be enough. This song is about 'hope'. And we all need that." Puedo imaginarme a Judy Garland caminando junto a Mick Jagger, conversando juntos, hacia un bar de nombre Esperanza. Pienso que en la rebeldía de ella, en esa adicción a la escena, yace la clave para poder suponer, sin exageración alguna, que de su universo poético y su alma, al espíritu del líder de los Rolling Stones, el pasaje de ida y vuelta sale muy económico, pues poco distan, en el fondo, la una del otro.
Mi versión de "Somewhere over the rainbow", junto a la sinfónica dirigida por
Damián Mahler. Noviembre de 2016. Buenos Aires.
Damián Mahler. Noviembre de 2016. Buenos Aires.
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¿Cómo salen de las pieles, las cosas?
¿De lo espeso, el espacio?
¿Y del pelo, ese hilo que trenza un atajo
que desemboca en una pradera de rosas?
El cantar es del dueño
Y a su son, se frunce su ceño
-cual bandoneón desafinado-
porque no ladra con suficiente aire.
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Y de golpe mi hermano pone en la pantalla del televisor de su asiento en el avión el mapa de Buenos Aires y me hago consciente de que estamos yendo hacia Juan de Garay 2262, entre Villate y la vía...y me agarre un ataque. De ira, de bronca, de nervios, de ganas de romper todo y de arrepentirme de haber comprado ese pasaje brusco LISBOA-MADRID-EZEIZA. Pero a la vez, hay una cosa que me recuerda que quizás la decisión no fue tan exagerada: llevo puesto un barbijo. Y mi hermano también. Y eso que lo del barbijo era, hace 4 días, impensado para mí. Entonces trato de acordarme de lo que le dije a Carla: "Me vuelvo. Me agarró una especie de ataque de ansiedad, o de claustrofobia por este virus que nos está encerrando en una Europa que ya no es 'recorrible'; ni con la obra, ni con la música, ni con el alma. Y el resto, entonces, pasa a no importar; el resto, es pochoclo." Pienso que sólo los días van a descifrarme si hicimos bien o no en volver ahora a Argentina. Mientras tanto, todo mi cuerpo está deformado de lágrimas, de no entender nada. Parece que andamos pululando por un cuadro surrealista de Dalí. El barbijo sale de mi cara solo para comer y también para cuando las lágrimas me lo mojan tanto que necesito correrlo, para no embarrarlo.
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Joni Mitchell suena en la segunda película que me clavo en el avión: "ALMA SALVAJE":
"Oh will you take me as I am?
Will you take me as I am?
Will you?
Will you take me as I am?
Take me as I am"
(Joni Mitchell, "California")
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Hay un amanecer y un atardecer en cada día. La mierda del celular nos nubla los canales, y de golpe descubro que el viaje más exótico y más lejano que podés hacer es hacía adentro, al centro de uno mismo. "Trata de hacer algo muy amoroso por el otro cada día." Quizás hacia mi hermano, en estas 24x7x2 horas de convivencia en cuarentena, a modo de prevención de esparcimiento del virus.
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Paso del tiempo. Nadie va a entender por qué estoy tan contenta, a pesar de volverme del viaje. Y es que... en realidad, no necesito de nada, que no tenga ya en mi vida; sea el que sea el lugar dónde tenga que estar y haciendo lo que tenga que hacer, estoy contenta con mi vida. Y eso, al menos hoy, es más que suficiente. Les dejo un fragmento de "Alma Salvaje", la segunda película que vi en el avión:
"There's no way to know what makes one thing happen and not another. What leads to what. What destroys, what. We are never prepared for what we expect"
(James Michener y Cheryl Strayed)