sábado, 9 de mayo de 2020

DÍA 57: LA LUPA VIENE INCLUÍDA

Cada vez que le preguntábamos a mi papá algo durante el almuerzo o la cena, teníamos que chequear que no tuviera un bocado en la boca porque si llegaba a tenerlo, entonces había que esperar como un minuto entero a que tragara.... es que le encanta masticar bien. 

50 veces, dicen, hay que masticar. Por lo general, desobedezco a esa ley. No me sale, mejor dicho. Quiero hablar mientras que mastico. Pero no de maleducada, no no. De ansiosa y de no darle importancia al suceso de desarmar algo para que atraviese mi garganta, y luego sea deglutido y luego sea llevado a los intestinos. En fin. Me cuesta digerir. Y ojo que me pasa con todo. Me dicen algo y, por lo general, antes de digerir, ya ando respondiendo. Así que hoy, aproveché el almuerzo silencioso para masticar. Empecé con el aparente pequeño desafío de un primer bocado. "50 veces", me repetí. Qué se hace con el pedazo de comida durante tanto tiempo en la boca? ¿De verdad tengo que andar abrazando y des-abrazando con los dientes al bocado tanto tiempo? ¿De verdad? 

Lo probé. Me costó un montón. Seguí con el segundo bocado. Y el tercero. Aproveché cada acción de abrir y cerrar la mandíbula para pensar en lo que estaba digiriendo. Le sentí la primera resistencia a la carne. Después el asomar del jugo. Después el gusto a leña (sí era un asado). Después, ya sumergida en la rutina de saber lo que iría a sentir en la próxima masticada, me entregué a cierto acto inerte. Y prometí proseguir y no abandonar hasta llegar a la masticada número 50. Y ahí por fin... tragué. Aparecen trampas: por ejemplo, en la masticada 40 ya empezás a empecinarte con una zona del pedazo de comida, en vez de aprovechar girar el bocado e ir con los dientes a deshacer otra parte. Aparecen fugas: el pensamiento viaja hasta ya no sé dónde. Hay algo maravilloso del silencio que se produce mientras se mastica; haya o no haya alguien comiendo a tu lado. Es casi hermoso. En definitiva, con esto quiero decir que encontrar la belleza de masticar es algo formidable. 'Formidable', me gusta esa palabra. Ahora lo entiendo a mi papá. Y creo que esto de digerir debe ser aplicado a otros aspectos de mi vida. Voy a masticar más, antes de tragar. Antes de decir, también. Brindo por masticar más. 

Brindo por estos pequeños detalles que me hace descubrir el encierro. Es como si la situación toda de esta cuarentena viniera con una lupa incluída con la que podés hacer zoom en la parte de la existencia que quieras...