Acabo de entender algo.
Hago fuerza. Ya me lo habían dicho antes. Me acuerdo en particular, un profesor de tenis que tuve hace unos años. Un rastafari divino que me dio una de las mejores lecciones de mi vida: "No es una cuestión de fuerza, Belén. Es cuestión de darle sentido a la fuerza.", así me dijo (después de esa frase, decidí que ya era en vano seguir yendo a esas clases; ya estaba todo aprendido). Y es que sí. Hago demasiada fuerza. Por... ser...querida. Por ser querida... por quien, quizá, no me puede ver.
Hago fuerza. Ya me lo habían dicho antes. Me acuerdo en particular, un profesor de tenis que tuve hace unos años. Un rastafari divino que me dio una de las mejores lecciones de mi vida: "No es una cuestión de fuerza, Belén. Es cuestión de darle sentido a la fuerza.", así me dijo (después de esa frase, decidí que ya era en vano seguir yendo a esas clases; ya estaba todo aprendido). Y es que sí. Hago demasiada fuerza. Por... ser...querida. Por ser querida... por quien, quizá, no me puede ver.
Es doloroso el momento de la anagnorisis. Pero aún así... el tiempo del reconocimiento, del encuentro cara a cara con la verdad, es siempre preferible antes que la mentira maquillada, pero siempre momentánea, con fecha de vencimiento.
Me doy cuenta que no puedo seguir insistiendo por ir en una dirección que no fluye naturalmente. Y no hay nada que preguntar. Nada que decir. Lo que se dice es lo que se hace. Y cuando no se hace... ése es el decir.
. . .
De la nada, hoy, no sé por qué justo ahora, antes de irme a dormir... siento una furiosa necesidad de decirle a mis amigos reales cuánto los quiero, cuánto les agradezco tenerlos, les agradezco su inspiración diaria... su generosidad, sus ojos. Y a la vez, suelto la necesidad de ser querida por ese alguien...alien... con el que tanto me obsesioné. Pienso: "Si vos valés, loca, tenés tus defectos, claro, tus cuestiones... pero sos una copada. Si el tipo no quiere, no quiere. Deja de empujar. Dejá de hacer fuerza, Belén. Invertí todo ese amor en esas personas que sí están en tu vida y también... en vos misma."
Y eso. Eso descubrí hoy. Por ahí, ya me lo auto-dije muchas veces, pero es recién esta vez, que la ficha se terminó de embarrar en el suelo donde piso. ¡Qué se yo! Puede que el Sars-CoV-2 arrase conmigo mañana -y no exagero, porque de verdad de vez en cuando me sacude el pánico de que este bicho rebelde acabe con nosotros-, pero aún si eso llegara a pasar... yo hoy, hoy me voy a dormir y mientras cierro los ojos, me abrazo imaginariamente a mí misma y me digo: "¿Sabés qué? Nos vamos a dormir en Paz. Con una sonrisa de hombro a hombro, porque está buenísimo estar con vos. Conmigo misma."
Y listo. Descubrimiento. Breakthrough. Eureka!, como diría mi abuela Christiane.
Algunas conmigo. España y Portugal, Marzo de 2020.