Ladra la lengua de la loba
Había olor a ella y me hacía falta más
Se le caían las sonrisas, sin saber por qué
Gritaba de dolor
Se daba látigos de culpa
Toda una estatua de sentimientos frágiles
Me sangraban sus ojos, por las tripas
La escondería entre mi lengua, si dejara de temblar
El abanico era mi cara
y ella el viento que despeina lento