AMOR POR MI ASCENDENCIA: eso es lo que tengo.
Feli cumpleaños a mi querido abuelo Rodolfo Quirino Pasqualini. Lo recuerdo hoy, en el día de su aniversario número 111, a 16 años de haberse elevado de la faz de la Tierra. Lo vuelvo a pasar por mi corazón, si bien siempre lo siento cuidándome la espalda. Recojo un racimo de palabras que le dijeron y le dije alguna vez.
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Rodolfo en la calle era el doctor, a veces el maestro, otras el talento, el talento bárbaro; otras el excéntrico, otras el escritor estrafalario. Habitualmente, gentilmente, cariñosamente, era el viejo Pasqualini, joven aún, pero con los ojos envejecidos a fuerza de mirar como una criatura de mucha edad… lo llevaba marcado en la cara… el significado de su particular ingenio, de su bondad incontaminada. Rodolfo alcanzó el último grupo de los médicos inconfundibles; de los médicos que, uno por uno, formaban una identidad, un centro, una figura sola; un modo individual de ser ellos, que los desprendía por completo del modo de ser de otros. (Usaba Rodolfo, sin que la pasease por las calles, la originalidad de una persona porteña). Era un médico de Buenos Aires que no llevaba de prestado ninguna prenda, ni siquiera la de las clínicas transatlánticas. Era un producto del país con los signos de lo genuinamente local, graciosamente adornado con las fantasías de su inventiva y los caprichos de su lucidez.
¿Cuál fue el legado de su genio creador? No fue un soñador; su obra, ésa obra que tanto anhelaba, se vio materializada en hallazgos originales, en la letra impresa y hasta en la piedra y el concreto. Nos dejó Endocrinología, Stress, El libro de los Gordos, Medicina Interna I y II, Endocrinología para Ginecología y Obstetricia, El síndrome de Tiresias, En busca de la medicina perdida. Nos dejó ese sinsabor en la boca, muy característico de quien se despide sin certezas, con un “Yo qué sé” (Que sais-je?) a cambio. Rodolfo nos dejó el recuerdo de sus dotes espirituales y de su grandeza de alma, probada en el trance más duro. No, él nunca optó por dormirse en un sueño eterno.
Conferencia es, por definición, “una plática entre dos o más personas para tratar algún punto”. Si el que habla, por su sabiduría y obligación conoce el pensamiento de la otra parte, puede acertar fácilmente con sus necesidades y, hablando él solo, platica con quienes le escuchan en silencio. Te escucho en silencio, abuelo, platico con vos.
“Profundo interés por los seres humanos”, es lo que permite calificar a la medicina como un arte. Es un arte en cuanto a la actitud frente al enfermo, su condición humana, sus temores, su dolor moral, su angustia expresada o recóndita y ante los gérmenes de la esperanza que pueden brotar aún en el más profundo desamparo. Rodolfo Pasqualini Rodolfo también quiso enseñarles a sus discípulos, junto con la difícil ciencia del diagnóstico, el dominio sobre sí mismos, el amor al deber y el profundo interés por los seres humanos.
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Se los dejo en imágenes también.