Hace 4 años, escribí esta canción para mi amiga Rosana. Tenía algunas variaciones en la letra. Después, con Lucas, la modificamos y así quedó. Pienso que estamos transitando una especie de abismo por estos días. Un abismo real.
Es poco y no logra callárselo
Cuando me quiere eludir
Ilusión dale una razón
Para ir detrás y persistir.
Falta espacio y no cabe más
Su alma se está por rendir
Una flor, que se va a morir
para viajar y resurgir
Quiero aislarte del paisaje
Que se ha vuelto tu enemigo
De ese cielo sin destino
Que es tu abismo más real
En mi abrazo el tiempo entrará
Para que el dolor deje descansar
En mi abrazo el tiempo entrará
Para que el dolor seque de verdad
El Tajo. Ronda, España. 8 de Marzo de 2020. |
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Hace dos noches, soñé con una guitarra rota. Tenía el puente suelto, se había zafado. Pienso en todas las posibilidades de abismo que habitan nuestros días. Que habitan por estos días. Nuestro imaginario, nuestras imágenes. Tuve miedo al ver a la guitarra "zafada". Algo trágico emanaba a cántaros de esa imagen. Tuve miedo. Y tengo miedo. Solo que lo aniquilo, durmiéndolo. Como esas cosas que uno deja, atragantadas para que no afloren de los ojos, de la boca, de los pensamientos.
. . .
Hoy encontré este pedazo de pensamiento que escribimos con mi abuela Christiane de, para ese entonces, 99 -y hoy ya 100- años, una de esas tantas tardes en las que me siento con ella a eternizar palabras con ocurrencias que parecieran abrazarnos. Fue a fines de enero de este año. Me hace eco, hoy. Me resuena, hoy. A ella le gusta empezar los escritos diciendo...
ONCE UPON A TIME…
Cada día es un experimento. Que muta según cómo lo enfoquemos. También le afecta qué microscopio usemos para mirarlo. Como un cielo estrellado, con células chicas y células grandes, células madres (éstas son el producto de las células chicas. Y muchas se pierden. basta una para encender el fuego pérfido, porque la mitad se mueve fácilmente y dejan encendida cada vez mas las mas chiquitas. Las peligrosas son las más chiquitas. Basta.
Christiane y yo. Febrero de 2020. |
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Escuchando a Alberto Fernández hablar hoy a la noche, pensaba en lo trágico hecho tangible, en este momento de la historia de nuestro Planeta. En argentina, ya estamos con algunos casos de Sars-CoV-2, pero aún así, todavía la gran ola no llegó... pero la vemos venir. Pienso en ese. En el silencio que se produce en toda una comunidad, al contemplar, boquiabierta, una gran ola, un tsunami aproximarse. Especie de preparación para la guerra.
La hora sin tiempo
Y el viento se meció como bailando quieto
Y el aire se limpió como si fuera el principio
Y el fuego se apagó como acechando alerta
La tierra se anuló como esperando intrínseca.
Los hombres se abrazaron dibujando lagrimas
Las caras se miraron queriendo ser mágicas
Las voces se durmieron dibujando páramos
La hora se fijó como quedando póstuma
La ola se acercó como si fuera un bárbaro
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