Amigos que por estos días lloran porque están atravesando este aislamiento solos (solos de otros seres, no de sí mismos; lo cual, también podría ser). Me duele que lloren, me duele porque, si bien casi siempre funciona la contención a la distancia, el antídoto de la palabra y del beso virtual, del consuelo en forma de motivación o música, hay otras veces -las menos, por suerte- en las que no se logra abrazar. Hoy me lloró una amiga, porque necesitaba un abrazo y yo lloré pro lo bajo con ella. Después ella abrazó a su guitarra y se sintió mejor.
Convivir con alguien en cuarentena es arduo. Cuando ese alguien es tan espejo como un hermano, con quien compartiste útero, nada más ni nada menos, lo arduo se vuelve doblemente arduo. Pero existe el abrazo al final del día, o al final del momento agrio.
Quisiera trasladar ese abrazo a todos los que no lo tienen hoy y hace 36 días.
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Hace unos años compuse una canción para una amiga, Rosana. Quería contenerla y le escribí "Abrazo". Me parece elocuente compartirles ahora esta versión (no recordaba que la había grabado en vivo). Ahora, la canción cambió de nombre. Se llama "Abismo real"; me parece mágica la metáfora que encierra la transición del primer al segundo título. Se las dejo.
Santiago de Chile, Octubre de 2016
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