No quedan bocas ya en la ciudad. Se fugaron. O se metieron para adentro (lo cual es otro modelo de "fuga"). NO quedan bocas caminando, hablando, besándose, ni siquiera insultándose. Ya no se dice a través de la boca: ahora, lo que habla en representación nuestra es un rectángulo insulso -no importa el color, siempre será insulso- que se mueve apenas con la variante de una u otra vocal.
¿A dónde se fueron las bocas? ¿Quién se las robó y qué está haciendo con ellas? (Me atrevo a decir que las narices y el mentón también fueron raptadas, pero ésa es ya, otra página y no voy a detenerme ahí ahora.)
Las bocas nunca van a dejar de hacer su trabajo, por lo que tengo fe que, a donde sea que hayan ido, van a estar diciendo...algo. A veces de noche, me pareciera escucharlas hablar, así, a lo lejos. Piden cosas. Sienten cosas y nos las compartes, a los que estemos dispuestos a oír. Si no es así, entonces que alguien me dé otro motivo para que hayan tantos poemas pululando por ahí por estos días, por el aire. Toda esa poesía que anda suelta, sin correa, son las bocas que, cual fantasmas, deambulan alrededor nuestro, invisibles pero visibles al oído.
Uno de estos días, me voy a revelar del barbijo, voy a armar un ramo de flores con todo lo que me dijeron las bocas y lo voy a decir. Bocas detrás de barbijos.
. . .
Volví a soñar con A. ¿Por qué sigue volviendo? Si ya lo dejé descansar.... que zarpe, que remonte vuelo. No ayuda que en la tele alguien porte su rostro, especie de hermandad encubierta, indirecta, lejana. Definitivamente, no sirve. Hay días, en los que, mientras escribo en la computadora, percibo como si mis dedos y antebrazo fueran una prolongación de los dedos y antebrazos de A. Se me vuelve automáticamente la imágen de él escribiendo en la mesita de la cocina. Con el sweater a medio arremangar, con ese gesto tan ansioso, tan alérgico, tan suyo. Pienso en lo inevitable de contagiarnos los pedazos de aquel/lla a quien tenemos al lado, con quien compartimos. Ese otro/a que se nos impregna, que se nos cuela como por ósmosis, y muy a pesar nuestro. Y una vez que parte, todo lo que se filtró de él/ella queda, a modo de postal o de souvenir. En mis dedos y mis antebrazos con el sweater arremangado veo, cada vez que escribo, una postal de lo que fue la vida con A.
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