miércoles, 29 de abril de 2020

DÍA 47: BUNKER Y SINCERICIDIO

Quisiera espiar cómo anda en este momento de introspección obligada, cada persona que quiero y que solía estar en mi vida tridimensional. Cómo vive, qué come, cómo aprovecha la elasticidad de este momento chicle, sin tiempo, sin reglas, sin prisas, sin órdenes de tareas. Cómo hacen para lidiar con cada uno de estos días que, más que árboles, devinieron en arbustos: es lo mismo entrarle por cualquier rama al 'matorral' de cada uno de estos días (incluso vale si no querés entrarle y te quedas como una ostra observándolo pasar).

Dos cosas me gustan de lo que genera estar 47 días aislada de contacto con las personas: aparece la contradicción, es decir, digo A pero hago B; aparece la desesperación, es decir, no mido mis actos, soy puro impulso. Lejos de concebir ambos aspectos como negativos, creo fervientemente en que tenemos que abrazarlos a ambos y llevarlos al otro lado del charco (no, no a Europa, me refiero al resto de nuestra vida), cuando sea que se pueda cruzar al otro lado del charco. Después de este MOMENTO (así, con mayúscula) creo que no podemos volver a ser los no-desesperados de antes. Vivamos como si nos estuviéramos por morir; que de hecho es cierto. Como si nos estuviéramos por caer, o lo que es más osado, como si ya estuviéramos cayendo. Es que es eso. Un mensaje para la humanidad: estamos cayendo constantemente. Hagamos eso que postergamos, pero de verdad. De verdadera verdad. Con fracasos y desaciertos, doy fe de que lo vengo intentando en gran parte de la cuarentena -y de mi vida-, excepto por los ratos en los que me vuelvo mundana y trivial, claro.

Volviendo a lo del principio, quisiera espiar cómo vive cada uno de mis amigos en su búnker. Quisiera adentrarme ahí en lo agridulce de la sincera convivencia con lo que son consigo mismxs.

. . .

Por estos días esa desesperación hace que muchos se rapen, bueno yo me hice trenzas en el pelo. Siempre quise tener el pelo con todas trenzas. No me salió exactamente como flasheaba pero me gustan. En otra vida viví en Africa. Y todavía quiero irme a vivir con los Pigmeos a Camerún. A intercambiar leyes musicales. Dejo la foto para que me crean. 

 

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