Tener motivos para levantarse. Hoy me di cuenta de lo importante que es. Siempre los tengo yo, a decir verdad. O mejor dicho, pocas veces no los tengo. Y es que asomar del maravilloso auto-micro-hábitat de la cama, ese que estuviste forjando a fuerza de sueños y respiraciones, y de cuerpo aliviado que se olvidó de tener que ser, para salir al día, es algo muy difícil. Tener motivos para levantarse, es la única solución que se me ocurre. A medida que se acerca el invierno, inclusive más.
Por otro lado, pienso en que la cuarentena invita a desdecirse. Uno está bajo el estado de una droga.... sensorial.... los días son chicles, y chispazos, según el día, según el estado ánimo, según hace cuanto te levantaste. Entonces... uno enloquece un poquito. Y en ese enloquecerse, es normal de vez en cuando, contradecirse un poco; que cada pensamiento le juege la pulseada al otro.
En otro orden de cosas, hoy descubrí algo jodido. La gente que se la pasa diciendo que hay que disfrutar, o hay que valorar la existencia, es la gente que, aparentemente, más dice ser consciente de esto, pero acabo de descubrir que es al contrario: si tenés que estar repitiendo eso cual mantra para vos y para el prójimo todo el tiempo, es porque no te lo estás creyendo, porque todavía no lo incorporaste. En cambio, los que no lo dicen, probablemente ya lo hacen, y no deban detenerse a escuchar el cassette de la auto-ayuda cada dos por tres. LO más incómodo del descubrimiento, es que pertenezco al primer grupo...
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